El pequeño dictador
En pleno 1940, apenas empezada la Segunda Guerra Mundial y con todavía cinco años por delante antes de que a Hitler le reventaran la cara a balazos, Charlie Chaplin se cascó el acontecimiento del año: EL GRAN DICTADOR. No se conformó con reírse de Hitler y los nazis como hacía Walt Disney con sus dibujos. Él cogió la figura del dictador y hasta le dio los claroscuros necesarios para que pudiera convertirse en una persona normal. Lo más interesante de la propuesta no fue humillar a Hitler, sino humanizarlo. Lo que más le puede joder a alguien que se cree un dios no es que lo humillen, sino que lo humanicen. Y, desde esa humanizacion, criticarlo con inteligencia.
En la era de la MTV, de Facebook y de Katy Perry, con una guerra fría en curso entre Corea del Norte y Estados Unidos, lo lógico es que la propuesta de humanización de dictadores no provenga de algo como EL GRAN DICTADOR sino de algo como THE INTERVIEW. Antes incluso de su presentación al mundo ya se había convertido en una película de culto. A los de Corea del Norte no les gustó un pelo y le dieron un sonoro puñetazo a la mesa para informar de su desaprobación. Lo que es real y lo que es ficción queda ya dentro de la leyenda, como con la propia Corea, pero lo que es verdad es que la película cumplió su objetivo.
Al margen de su funcionalidad es que además la condenada es buena. La sobreactuación de un espléndido James Franco rima perfectamente con una historia que se sujeta sobre la exageración del mundo real. El hiperbólico largometraje se conforma de un guion unido mediante la técnica del sketch que intenta no recaer nunca. Aunque sí que podría admitir debate con el hecho de que consiga o no este objetivo, lo cierto es que hay muchas escenas en las que no puedes evitar reír.
Hubo otra película, algo más superior que esta, que también se atrevió con el tema de Corea del Norte. Por supuesto, cuando se trata de poner el dedo en la llaga, echarle luego vinagre, y también algo de sulfuro, tenemos que acudir a los creadores de SOUTH PARK. Trey Parker y Matt Stone firmaron en el 2004 la magistral TEAM AMERICA: WORLD POLICE. Entonces no hubo ni polémica ni censura. Trey y Matt van siempre adelantados a su tiempo y no esperan a que algo sea Trending Topic para hacer una crítica sobre ello. Les pasó con Mahoma y les pasó con Corea.
Una de las diferencias entre ambas es que Trey y Matt tienen bastante más clase que Evan Goldberg y Seth Rogen y sus críticas se dirigieron con igual violencia tanto contra Corea como contra los Estados Unidos. Hubo caña para todos. En THE INTERVIEW en cambio la crítica es unidireccional, y eso le hace perder puntos. Pero hay semejanzas también. Seguro que Evan y Seth son tan hijos de SOUTH PARK como todos nosotros. Una de las mejores series que ha dado la historia de la televisión tiene aprendices en todos los rincones del mundo, y tanto Evan como Seth se han tenido que chupar horas de la serie a carcajada limpia y probablemente también con un bloc de notas al lado.
Las semejanzas son evidentes. Tras chistes de pedos, bromas sobre sexo y situaciones hiperbólicas se encuentra una crítica mucho más profunda que se va haciendo más evidente conforme nos acercamos al final. La moraleja es bonita y nos recuerda el poder de la televisión, del cine y de la palabra en una metarreflexión muy relevante en la actualidad.
¿Le habría gustado THE INTERVIEW a Chaplin? Pues yo quiero creer que sí. Aunque él seguramente se habría pasado tres pueblos más.
Adrián Gómez Esteban